martes, 5 de enero de 2010

Omar

El otro día estaba acá mismo
Donde mismo estoy ahora
En el compiuter
Leyendo mis poesías
Y tomándome una cerveza


Y de repente me acordé del Omar


Cuando entrábamos al Bar Andrea estaba siempre ahí
Sentado, con las fichas de dominó ordenadas frente a él
Con un jockey sucio
Con una malta
Y curao’
Pero curao’ piola
Y nos saludaba
Wena mena, wena navarro, wena waren


Y seguía tomando malta y jugando dominó


El Omar


Era piola el Omar
Y buena onda


Nosotros tomábamos Báltica y después venía y se sentaba con nosotros
Con su cara de buena gente
De curaito’ alcoholizado




El Omar




Que había trabajado quince años en un supermercado
De reponedor de frutas y verduras
Acarreando bandejas con tomates
Descargando camiones con yales malos que le habían cagado la espalda


El Omar
Que nos ofrecía siempre malta ahí en el Bar Andrea pasadito la Plaza Egaña.
Quince años había trabajado de reponedor
Hasta que un jefe se trató de meter con su señora
Ahí lo echaron
Después de quince años


Pero el Omar era vivo.
Y llamó a la inspección del trabajo
Y le tuvieron que dar la indemnización que le habían negado


Diez millones de pesos más o menos le dieron
Una fortuna
Por eso hora vivía sin trabajar
haciendo amigos en el bar
Y se tomaba la plata
Y jugaba dominó
Y nos regalaba malta
Y nos contaba su vida



De su señora y de una hija que no veía
Del supermercado y de la indemnización


Era buena onda el Omar, perdido ahí en el Bar Andrea, como nosotros
Pendejos pequeño burgueses jugando a emborracharnos
Jugando a la amistad alcohólica con los que conocían la vida de verdad




El Omar con su jockey viejo y sucio
Con los ojos vidriosos
Con sus ojos cerrándose en medio de la borrachera
Con sus ojos perdidos en la soledad alcohólica del bar
Con sus ojos perdidos en su historia
La historia de una vida de trabajo sin sentido diluida en partidas infinitas de dominó y de vasos de malta


En el Bar Andrea, que después lo cerraron porque se murieron los dos dueños. Primero uno y después el otro. De cáncer se murieron los tíos


Y al Omar nunca más lo vimos
Nosotros seguimos ahogando nuestras borracheras en otros bares y cunetas





Y ahora estoy de nuevo acá en el compiuter
Acordándome y escribiendo
Porque en esta habitación lejana tengo sólo mis recuerdos
Que brotan y se escriben en mis palabras

No hay comentarios:

Publicar un comentario